
Ahora resulta que nadie de la alta sociedad en su sano juicio quiere que se desarme a los que elloos llaman ciudadanìa.
es tal el miedo a la delincuencia que se prefiere que todos andemos armados y no desarmados.
La polèmica que sobre el ¨desarme " envuelve a la ciudadanìa tiene que ver con otra medida de las tantas controversiales que emite en cualquier momento el Secretario de Interior y Policìa, doctor Franklin almeyda Rancier.
Lo que propone el funcionario convertido en "gran hermano" que a todos nos cuida tiene que ver solo por el mes de diciembre y prohibe el porte de armas de fuego en lugares pùblicos y privados.
Aunque esto deberìa ser para todo el año y algo normal, aquì causa controversias, sencillo, mucha gente no puede ver periodistas, ademàs de que a todo se oponen.
La Ley 36 habla de porte y tenencia de armas de fuego no de vaqueros que entren y salgan de lugares pùblicos y privados mostrando sus armas al cinto.
Pero como este `paìs es una selva ya ni la alta sociedad se opone a los vaqueros quienes por cualquier cosa se incomodan y agreden a cualquiera con sus pistolas y revòlveres.
Franklin por su estilo mandonista ha sido mal interpretado èl no està imponiendo ningùn desarme, sino el figureo con las armas.
Ojalà que esa medida se mantenga y que alquien se decida simplemente a aplicar las leyes que existen, no a emitir resoluciones para que se ejecuten.
Esto no es cuestiòn de prohibir durante un mes, sino para toda la vida.
Lastima que el gobierno no tenga mecanismos para hacer aplicar siquiera esa pìrrica resoluciòn.
Ningùn policìa va a desarmar a nadie, tienen miedo, no tienen autoridad moral porque ellos mismos cuando andan de civiles beben y bailan ataviados con sus armas a la cintura.
Este es solo un escarceo noticioso de la Navidad.
Para muestra un botòn, Amet pone multas a los que violan las leyes de trànsito,menos a los policìa, militares y polìticos que lo hacen.Todo el mundo ve esta falta de autoridad por tanto con el llamado "desarme" va a ser igual.
A Dios que reparta suerte dirìa mi abuelo si atendiera los medios de comunicaciòn en estos dìas.
es tal el miedo a la delincuencia que se prefiere que todos andemos armados y no desarmados.
La polèmica que sobre el ¨desarme " envuelve a la ciudadanìa tiene que ver con otra medida de las tantas controversiales que emite en cualquier momento el Secretario de Interior y Policìa, doctor Franklin almeyda Rancier.
Lo que propone el funcionario convertido en "gran hermano" que a todos nos cuida tiene que ver solo por el mes de diciembre y prohibe el porte de armas de fuego en lugares pùblicos y privados.
Aunque esto deberìa ser para todo el año y algo normal, aquì causa controversias, sencillo, mucha gente no puede ver periodistas, ademàs de que a todo se oponen.
La Ley 36 habla de porte y tenencia de armas de fuego no de vaqueros que entren y salgan de lugares pùblicos y privados mostrando sus armas al cinto.
Pero como este `paìs es una selva ya ni la alta sociedad se opone a los vaqueros quienes por cualquier cosa se incomodan y agreden a cualquiera con sus pistolas y revòlveres.
Franklin por su estilo mandonista ha sido mal interpretado èl no està imponiendo ningùn desarme, sino el figureo con las armas.
Ojalà que esa medida se mantenga y que alquien se decida simplemente a aplicar las leyes que existen, no a emitir resoluciones para que se ejecuten.
Esto no es cuestiòn de prohibir durante un mes, sino para toda la vida.
Lastima que el gobierno no tenga mecanismos para hacer aplicar siquiera esa pìrrica resoluciòn.
Ningùn policìa va a desarmar a nadie, tienen miedo, no tienen autoridad moral porque ellos mismos cuando andan de civiles beben y bailan ataviados con sus armas a la cintura.
Este es solo un escarceo noticioso de la Navidad.
Para muestra un botòn, Amet pone multas a los que violan las leyes de trànsito,menos a los policìa, militares y polìticos que lo hacen.Todo el mundo ve esta falta de autoridad por tanto con el llamado "desarme" va a ser igual.
A Dios que reparta suerte dirìa mi abuelo si atendiera los medios de comunicaciòn en estos dìas.
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