Las Matas de Farfán, Hondo Valle, Elías Piña y todos los pueblos que componen la hermosa pero olvidada zona fronteriza denominada el Sur profundo, bien merecen la visita de cualquier dominicano que quiera conocer esas costumbres que de por si constituyen una cultura aparte dentro del emblemático país en que vivimos.El Valle de San Juan de la
Maguana, productivas tierras donde las hortalizas y frutos menores hacen de la campiña un verdadero homenaje a la belleza.Cientos de campesinos viven en estas tierras y de las mismas, sin la mayor ayuda que su furiosa necesidad de trabajar.
Las carreteras y caminos que ayudan a componer este paisaje sigue siendo voluptuoso, coloridas imágenes llenas de verde curtidas por color de la tierra que las rodea.
Las Matas de Farfán, profundo pueblo
desconocido por muchos de los que preferimos hacer turismo de playa y no de montaña, donde los bellos atardeceres envuelven al viajante en el más profunda emoción.En Las Matas de Farfán también existe un hermoso monumento
dedicado al patriota Pedro Alejandrino Pina en el lugar donde murió combatiendo a los invasores haitianos.Toda una mezcla de razas y colores se encuentran en Las Matas, la forma
de haber de sus pobladores los colores de la piel, pues aquí encontramos blancos, negros y mestizos y también el color del indígena original puede aparecer en la carne de una bella mujer sureña.La pobreza constituye la carta de presentación en el Sur
fronterizo desde Las Matas hasta Elías Piña, aún en el postalítico pueblo de Hondo Valle, donde la vegetación se resiste a ser embestida por el hombre.Una región donde los vehículos de las
instituciones públicas se confunden con los letreros de los partidos políticos. Pero en fin esa es nuestra cultura.Los mercados en las
carreteras, los centros de abastos para los ciudadanos de menos recursos y sobre todo, por encima de las necesidades más perentorias el folclor y la naturalidad de los habitantes del Sur profundo.
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