Por Marino
Ramírez Grullón
Nada más
falso que denominar un país como República “Democrática” cuando hay cambios de
regímenes desde la derecha hacia la izquierda producto de algún tipo de
revolución.
Tenemos la
República Democrática de Corea del Norte, una sangrienta dictadura hereditaria
que todavía confina a sus opositores en campos de concentración, República
Democrática de El Congo donde Joseph Kabila se resiste a entregar el poder, y
otras “Democráticas” que no son más que falacias dictatoriales que de democracia
no tienen nada.
Igual ha
pasado con los llamados regímenes revolucionarios que se instalan luego de
haber liderado un cambio mediante las armas contra dictaduras de derecha de
cuyos estilos no tienen nada en que diferenciarse.
Es tanto el
parecido de las prácticas represivas entre las dictaduras de derecha o de
izquierda que los revolucionarios de nuevo cuño luego de sacar de circulación
hasta a sus propios promotores que se les vuelven en contra mediante cárceles o
fusilamientos, forman grupos paramilitares para reprimir a la población cuando
exige ciertas libertades públicas.
El caso más
reciente Nicaragua donde la llamada Revolución Sandinista quedó secuestrada por
el grupo de Daniel Ortega, dejando de lado a sus colegas revolucionarios que de
alguna manera le critican sus métodos represivos y corruptos.
Ya van 27
muertos del pueblo Nica que caen
víctimas de la policía sandinista y las pandillas promovidas por el régimen de
los Ortega-Morillo cuando salen a las calles en procura de libertades sin
censura.
Las
pandillas sandinistas se parecen y hacen lo mismo que Los Paleros de Trujillo,
La Banda Colorá de triste recordación, Los Colectivos de Maduro, Los Comandos
de la Revolución cubanos y la represiva policía política Basiji de los clérigos
iraníes.
Es decir
cuando se trata de defender las bases del poder sostenida por la corrupción,
surge la represión que equipara a los llamados revolucionarios con las dictaduras
más crueles de la derecha mundial.
Debe darle
vergüenza ahora a los defensores de Daniel Ortega o Nicolás Maduro los cuales
han ordenado matar tanta gente del pueblo que sus revoluciones no son más que
dictaduras represivas, sus impenitentes discursos también no son más que simulaciones
llenos de basura para acusar a sus pueblos
de contrarevolucionarios cuando se oponen a sus métodos personalistas y
perversos.
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